También conocido como Nevado de Queñi,fue escalado por primera vez en una expedición conformada por Darío Arancibia, Claudio Aguilar (Claude) y Pablo Beltrán (Latsur) realizada entre los días 17 al 22 de Febrero del 2006. Les dejo un pequeño texto que redacté el cual resume en algunas líneas nuestra experiencia:
Quienes han transitado por el camino que une la localidad de Llifen con el Lago Maihue, se habrán percatado de la existencia de una montaña situada al oriente, la cual presenta agujas de roca con un glaciar en su base, al menos en su cara sur. Intrigado por la ubicación de dicha montaña y consciente de que las vías de acceso al sector limítrofe en la zona son limitadas, mas el hecho de no haber tenido antecedentes previos en el “circulo montañistico” de la región, me llevo a sospechar de que nos encontrábamos frente a una montaña inescalada. Conversando el tema con Claudio Aguilar, coterráneo de la ciudad de Osorno, me comentó que un compañero le había mencionado de la existencia de unas torres de roca en el sector cordillerano que presuntamente no tendrían ascensiones, por lo cual le informé que había reunido algo de información en el sector donde existe una huella maderera que se interna hacia el Este, dándonos un posible acceso al cordón montañoso. Así, este verano y regresando Claudio junto a Darío Arancibia de escalar en el sector del Cerro Catedral en Argentina, nos propusimos explorar el frondoso bosque del lugar, abriendo una ruta para escalar dicha montaña. Darío nos muestra un artículo de Evelio Echevarria publicado en el anuario de montaña (1973-1977) en el cual menciona entre las “nuevas metas del Andinismo Chileno” escalar la cordillera no volcánica de la provincia de Valdivia, entre ellas, el Cerro Queñi.
Con las mochilas cargadas con equipo para roca y hielo, la alimentación para 9 días, una foto satelital del sector , algunas copias de mapas y un par de buenos machetes, partimos el 17 de Febrero del 2006 rumbo al sector de las Termas de Chihuio. Tras avanzar algunos kilómetros y descargar las pesadas mochilas, retorno a la casa más próxima del sector para encargar el vehículo. Afortunadamente un joven que trabaja en faenas madereras nos ofrece pegarnos un aventón en tractor y así nos ahorramos de caminar algunos kilómetros y cruzar un par de ríos. Los lugareños nos comentan que es raro ver turistas con mochila en la zona y menos personas preguntando por montañas, por lo cual nos damos cuenta que fuera de la gente del sector muy pocos recorren el lugar, lo cual va confirmando lo que suponíamos en un principio. Por otra parte, al analizar previamente los mapas, teníamos claro que la aproximación por territorio Argentino era mucho mas larga y compleja por lo cual veíamos poco probable incursiones por dicho territorio .El primer día, siguiendo la indicación de un lugareño, nos adentramos en el bosque buscando el rastro hacia una laguna la cual suele ser visitada esporádicamente por gente del lugar. Tras acampar y perder el rastro en un cause de río seco, retornamos al valle para pedir detalles, creyendo que íbamos por la ruta equivocada. Logramos entenderle a un lugareño que vamos por buen camino y nos intriga mas al indicarnos que tenemos que ir buscando la ruta por nuestra “propia conocencia” y siguiendo las marcas de machete en los árboles. Retornamos a nuestro campamento y finalmente encontramos la ruta . Al día siguiente, después de al menos 4 horas de marcha, logramos salir a lo que sería nuestro campamento previo a la cumbre, situado unos 300 metros bajo el límite de la vegetación y a los pies del Cerro Queñi. Ese mismo día estudiamos el sector por donde salir del bosque y con un trabajo de “limpieza” al cual ya estábamos habituado, dejamos abierta la ruta para el día siguiente iniciar el ascenso. Así, a las 5:00 a.m. partimos rumbo a lo que suponíamos sería la cumbre principal del cerro, ascendiendo por pedreros que indicaban que la escalada sería de cuidado por el riesgo de desprendimiento. Tras trepar y llegar a una terraza, dejo a Darío y Claudio para que escalen la cumbre pues veo que estoy bajo el nivel técnico requerido, debido a que mi fuerte no es la escalada en roca. Así, los muchachos logran escalar lo que en ese momento reconocen sería la Aguja Oeste , inferior a la principal y separada de esta por un acantilado. Luego de dejar un testimonio bajo una pirca en la cumbre y bajar todos felices por esta primera ascensión, rodeamos el filo S-O para encontrar el paso que nos permitiría rodear la montaña buscando la ruta a la aguja principal. Solo en ese momento, nos damos cuenta que estamos en presencia de las agujas que observamos desde el camino. Bajamos a nuestro campamento y al día siguiente salimos nuevamente antes del amanecer para realizar el mismo trayecto y al fin utilizar los crampones y el piolet ,indispensable para buscar una ruta a la aguja principal, ya con condiciones climáticas y viento predominante del N-O que nos indicaba que el buen tiempo llegaría a su fin . Luego de una travesía ascendente por glaciar, con puentes consolidados por la gran acumulación de nieve de la temporada anterior, Darío elige lo que sería una ruta factible a la cumbre y junto a Claudio comienzan a escalar. En este sector, la cordillera por su fisonomía, nos recuerda la Patagonia y sus imponentes montañas, solo que en este caso, a una escala menor. Esta vez veo que la escalada se ve bastante más compleja que la anterior por lo cual decido subir una cumbre menor situada al Este la cual finalmente presentaría algunas trepadas para acceder a la cumbre y dejar un testimonio mientras observo la imponente aguja principal y glaciares circundantes de mayor tamaño a lo que esperaba encontrar. Tras bajar y esperar a mis compañeros que están en el último rapel tras alcanzar la cima, no dejo de maravillarme con el entorno y pensar en la cantidad de montañas inescaladas en la zona por el solo hecho de que no existen senderos y las aproximaciones requieren estudio previo más el hecho de que en la región las actividades de montaña se dan mas bien a nivel de los clásicos volcanes. Una vez reunidos, comentamos lo insólito que resulta el hecho de que la gente piense en ir a subir montañas a los Andes Centrales o el norte de Chile, teniendo tanto por hacer en la zona .Bajamos rumbo a nuestro campamento sin antes dejar de estudiar algunas montañas aledañas y otras mas lejanas bastante desconocidas, sorprendiéndonos finalmente algunos chubascos que mas tarde se transformaría en una lluvia torrencial ya cobijados en nuestro campamento. Al día siguiente, nos levantamos algo mas tarde a lo habitual, para iniciar el retorno de unas 6 horas de caminata con cruces de río con caudal crecido el cual con su fondo resbaloso insistía en querer enviarnos mas mojados de lo que estábamos ya en ese momento .Finalmente, nos damos un buen baño en las Termas de Chihuio y retornamos a la ciudad con la inmensa satisfacción de haber logrado como grupo una primera absoluta a la montaña que veíamos tan lejana y que tardo solo 6 días en ver conquistada sus cimas.